Señor Director:

Mi tío Federico nació el 12 de octubre de 1936. Misma fecha que nos recuerda al escritor y filósofo Miguel Unamuno quien, en la Universidad de Salamanca, en un exaltado discurso, se enfrentó a la tiranía franquistas pronunciando su célebre y conocida cita “venceréis, pero no convenceréis”.

Por esas cosas del destino, mi tío Kiko, así conocido familiarmente, en la hora de su muerte, el 23 de mayo pasado, en la misa de sus exequias, recibió “la encomendación” de un cercano y terrenal diácono. No había un sacerdote disponible. Lo dejamos todo en mano de este anónimo ministro eclesiástico. Un sencillo hombre casado y con hijos. Tuvo que pedir permiso en su trabajo para acompañarnos y apoyarnos con sus sabias palabras. Un hombre como cualquier otro ciudadano, pero que puede bautizar, distribuir la Eucaristía, bendecir el matrimonio, leer la Sagrada Escritura, administrar los sacramentos y presidir el rito de la sepultura y los funerales. Según él, en Chile hay 325 diáconos.

Mientras escuchaba a este diácono no pude dejar de meditar: La Iglesia, especialmente en Chile, cada día pierde más fieles y más sacerdotes. Aun así, sigue más preocupados de perdonar asesinos, pedófilos o violadores, sin embargo, por otro lado, les niega a los divorciados la posibilidad de volver a casarse y, de por vida, los castiga a no recibir la comunión. Por supuesto, tampoco pueden ser diáconos.

Adiós tío Kiko, descansa en paz. Tus sobrinos te deseamos un lugar de privilegio en el cielo. Un lugar desde el cual puedas observar a aquellos que engañaron y abusaron de inocentes niños, poniendo en duda la convicción de haber recibido adecuadamente los sacramentos por ellos entregados. Dios quiera que los que queden, los buenos sacerdotes y obispos -algún día- atinen. De lo contrario, “vencerán, pero no convencerán”.

Christian Slater Escanilla – Coronel (R) del Ejército de Chile.

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